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  1. [Reseña] 50 Sombras de Grey

    martes, 17 de febrero de 2015

    Traducción del artículo Rosie Reviews: Fifty Shades of Grey.


    Rosie Waterland esperaba que toda la película sería un poco cursi y divertida. En cambio, salió del cine al borde de las lágrimas.

    Anoche entré al estreno de “Cincuenta Sombras de Grey” planeando salir con un montón de material ridículo y divertido que sería cómico reseñar. En vez de eso, salí del cine al borde de las lágrimas.

    De verdad lo lamento, chicos. Sé que ayer hablé mucho de como iba a escribir una reseña “totalmente hilarante”. Postée imágenes de la alfombra y twiteé en mayúsculas a la primera señal de pubis.

    Pero lo arruiné. Lo arruiné en grande. Fui a ver esta película pensando que serían dos horas de risas clase B sobre bondage, algo de lo que me podría reír. En realidad, fueron dos horas de un material sumamente perturbador sobre una relación abusiva que me dejó consternada.

    Y ahora me avergüenza haber bromeado sobre eso.



    No he leído ninguno de los libros de Cincuenta Sombras, así que anoche fui al cine a ciegas. Creo que ese fue mi problema. El fenómeno sólo ha estado en la periferia de las cosas que me importan. Honestamente pensé que la historia era sobre una mujer joven, sexualmente inexperta, que encuentra un hombre marginalmente mayor que ella con gran experiencia sexual y le enseña todo lo que necesita saber en tres libros repletos de escenas sexuales.

    Yo tenía entendido que el sexo versaba alrededor del sadomasoquismo, lo que con mi limitado conocimiento del tema, asumí que incluiría un poco de sogas y nalgadas y... no sé, ¿vendas?

    Pensé que los libros eran sobre sexo pícaro, ligeramente morboso. Sexo que mezclaba placer con un poquito de dolor, algo que hace a las amas de casa alrededor del mundo leer las novelas con una mano libre. Y estoy de acuerdo con que las mujeres se den placer a si mismas. Así que fuera de estar contenta por algunas mujeres sexualmente reprimidas logrando descargarse, no lo pensé mucho.

    Escuché los rumores sobre grupos opuestos a la violencia doméstica que pretendía boicotear la película, pero con mi limitado entendimiento de la historia, asumí que sería porque involucraba una mujer siendo físicamente lastimada por un hombre durante el coito. Y mi opinión era, bueno, si son dos adultos que actúan bajo consenso y ser atados y nalgueados es lo suyo, entonces, ¿cuál es el problema?

    Pero yo no sabía que Cincuenta Sombras de Grey no es sólo sobre sexo. También se trata de una perturbadora y manipuladora relación abusiva.

    Así que cuando promediaba la hora y media durante la proyección de anoche, tuve una horrorizada reacción tardía. De pronto entendí que miraba un film que glorifica el abuso doméstico.

    La relación entre Christian Grey y Anastasia Steele es una de las más jodidas que jamás haya visto retratadas en la pantalla grande.

    Y déjenme ser clara para las mujeres que defienden estos libros porque les dieron un despertar sexual: cuando digo abuso doméstico, no me refiero al sexo.

    De hecho, considero al sexo lo menos ofensivo de la película. El “Cuarto de juegos” de Christian fue todo lo que yo esperaba, desde el punto de vista de la comedia. Parecía como la casa que te imaginás por domicilio del 'gimp' de Pulp Fiction. Grey ató a Anastasia y ambos hicieron muchas cosas sexys con látigos y plumas y el placer de ella parecía tan importante como el de él, lo que es una bocanada de aire fresco en un blockbuster.

    Pero saquemos el sexo de la ecuación por un minuto. Porque yo estaba sentada en ese cine anoche y terminé sorprendida por lo que vi. Y por lo que millones de mujeres han aceptado como un tipo de relación al cual aspirar.

    Christian conoce a Anna. De inmediato se obsesiona con ella. Deduce donde trabaja y se presenta sin avisar. Rastrea su teléfono una noche y la confronta en la calle. Incluso se mete en su casa y la shockea al entrar a su dormitorio mientras está sola.



    Cuando comienzan a salir, él se pone de inmediato en una posición de absoluto control. Juega con sus emocionas y la confunde haciendo cosas tiernas, como besarla, y luego la aleja. Se niega a compartir la cama con ella hasta después de haber dormido juntos. En pocos días, ella ya llora por sus maltratos. Anastasia se descubre si misma mirando con anhelo a las parejas que se ven felices y afectuosas.

    Él le compra una computadora para poder contactarla cuando él quiera. Él vende su auto y le da uno que le parece apropiado, todo sin preguntarle. Le dice que ella no puede decirle a nadie sobre lo que hay entre ellos, de otro modo, todo termina. Es decir, la aísla de sus amigos y familiares.

    Él le dice que debe vestir la ropa que él decide. Tiene que ir al médico que él decide y usar el tipo de anticonceptivo que él decide. Debe comer lo que él decide. No tiene permitido beber en exceso. Le dice que es su trabajo complacerlo y que si no lo mantiene contento siguiendo estas específicas instrucciones, todo termina.

    Grey se pone furioso cuando descubre que Anastasia planea un viaje a casa de su madre, en otro estado, sin preguntarle. La tira sobre sus hombros y grita “ERES MÍA. TODA MÍA. ¿ENTIENDES?”



    Para este punto, Christian tiene absoluto control sobre Anna. Él decide cuando se ven, cuan cariñosos son entre ellos y con quién puede hablar Ana. Sus amigos y familiares pueden afirmar que ella no es feliz.

    Pero, sobre todo, Anna está confundida. Cada vez que ella trata de acercarse a Christian no sabe si él va a ser receptivo o distante. Él es inconsistente y, desesperada por aferrarse a los pocos momentos en que él la trata bien, esa inconsistencia mantiene a Ana en una postura de sumisión. Ella pareciera creer que si se queda, si sigue intentando, encontrará el modo de hacerlo feliz y, finalmente, él dejará de maltratarla.

    Ana está atrapada en medio de una relación emocionalmente abusiva.

    Ahora, tomen todo lo antes descrito y agreguen un poco de sado. Entonces, tomen todas las condiciones que Christian impuso a Ana y véanlas en el contexto de un contrato oficial sado que él le hizo firmar.

    Así es como la película maneja el abuso doméstico. Es abuso emocional disfrazo como sexo pícaro bajo contrato. Es violencia de género disfrazada de fantasía sexy.

    Y es una jugada sutil, genial. Poniendo este tipo de relación abusiva en el contexto de un billonario sexy que necesita ser amado, hace ridículamente fácil convencer a las audiencias del mundo de cuan aceptable es este tipo de comportamiento. No es un pobre borracho lisiado, pegándole a su mujer por no lavar los platos. Christian tiene clase. Es rico. Educado. No es lo que la mayor parte de las mujeres imaginan como un abusador y su forma de abusar no es inmediatamente reconocida por las mujeres.

    Sin mencionar que la combinación de abuso emocional y sado significa que cualquiera que encuentre perturbador el mensaje de la película será tratado de mojigato o acusado de no entender qué implica el BDSM. Los poco definidos límites en esta película implican que cualquier tipo de discusión sobre abuso puede ser rebatida por aquellos determinados a ser obtusos porque les gustan las vendas sexys.

    Pero no hay duda, en mi mente, que la película que vi anoche fue perturbadora, una clara descripción de una relación abusiva y controladora. Esto es violencia de género. No me importa cuantas mujeres hayan aprendido a disfrutar del sexo a causa de Cincuenta Sombras de Grey. ESTO ES VIOLENCIA DE GÉNERO.

    Yo estaba un poco aliviada al terminar la película con Ana decidiendo que sus límites habían sido cruzados. Deja a Christian y es claro que no quiere que la siga. Entonces descubro que vuelve con él y pasan los dos libros que quedan en la misma situación. Con ella aferrándose a sus buenos momentos, esperando que antes o después lo bueno sea cuantitavimente mayor a lo malo. Esperando algún día descubrir como hacerlo feliz, así deja de maltratarla. Esperando que si sigue... sólo... intentando...

    Esto es violencia de género vendido como entretenimiento para San Valentín. Por eso es que casi lloré. Y por es que no puedo escribir una reseña divertida.

    Me avergüenza haber pensado que podría




  2. 1 comentarios:

    1. Keren Verna dijo...

      Al menos algunos han podido ver la película y han entendido el abuso. Lo peor son todas esas que andan enloquecidas pasándose los libros de madres a hijas, y la leen como una novela de amor. Y creen que trata de amor. Lo más terrible es para quien no ve que un látigo fue un instrumento de tortura para sojuzgar desde tiempos muy remotos y que hoy se usa para el placer. Lo peor es lo invisible por normalizado, lo invisible porque está tapado y barnizado como amor y como liberación. Recibir azotes no es ser liberado, es ser el ser más dominado del mundo. Ahora sos el verdugo la víctima. Ahora el verdugo se metió en tu piel. Ahora es sistema no necesita verdugos. Es alarmante y escalofriante. Pero es esperanzador que lo hablemos y rompamos el silencio.

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